Escrito el 31/3/2013 (Familia)

No puedo recordar en que momento o como se fue acabando ese concepto de familia feliz, constituida por 6 personas, quizás era pequeña y no entendía mucho, que aquellas discusiones llevarían a la separación, pero sí recuerdo el día en que volví del colegio y no estaban los cuadros de mi padre, la casa se hallaba más vacía, y a mi hermana Carla la escuché llorar. era la crónica de una muerte anunciada, ya que mi padre nos lo decía de antes muchas veces. De ahí en adelante creé una coraza, que me hacía ser fuerte, o al menos eso era lo que creía, escuchaba los llantos de mi hermana Paloma todos los días, todas sufrimos de distintas maneras, mi madre tomó ese sufrimiento quizás como una oportunidad para resurgir, no podíamos permitirnos quedarnos estancadas y empezar a hundirnos, nuestra vida seguía...mi madre lo tenía muy claro y con su fuerza y convicción que la caracteriza, hizo renacer a la familia, con las herramientas que estaban en ese momento a nuestro alcance, y el más importante... el amor incondicional a sus hijas, que fue más fuerte que aquel dolor de perder a la persona amada..., aquella decepción la hizo más fuerte y el amor por nosotras se demostró en su máximo esplendor, para nadie fue fácil, pero creo que aunque estábamos más unidas que nunca, cada una lo vivió de manera distinta, creo yo respecto a a edad, la etapa en que vivíamos y a nuestra madurez respectiva, pero había algo en común, de una u otra forma extrañábamos a ese hombre que nos había abandonado, cada una lo fue canalizando y aceptándolo a su manera, las cosas no estaban fáciles, pasamos hambre, pasamos penas y pudimos darnos cuenta de las verdaderas personas que nos apoyaban y de aquellas en que nuestro sufrimiento simplemente pasó desapercibido, recuerdo siempre que la gente le hacía comentarios a mi madre sobre que yo bajaría las notas, debido a la separación, y yo me encargué de que es no sucediera, quería que mi madre se sintiera orgullosa de su hija ...